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¿Seres racionales o emocionales? Los dos sistemas del cerebro humano
El cerebro humano es un órgano fascinante y complejo. Gracias a él las personas sentimos, pensamos y somos capaces de llevar a cabo una amplia variedad de tareas y procesos mentales que nos diferencian del resto de animales, y nos convierten en seres únicos y excepcionales.
Sin embargo, a pesar de que a lo largo de la historia se ha estudiado de forma incansable su funcionamiento, siempre ha resultado complicado responder a una cuestión: ¿somos seres racionales o emocionales? Tras muchos años de investigación, parece que la ciencia tiene una respuesta.
Los dos sistemas del cerebro
En los últimos años, se han identificado diferentes sistemas en el cerebro humano que tienen un papel crucial en cómo pensamos y tomamos decisiones. Daniel Kahneman, psicólogo y premio Nobel de Economía, sostiene en su libro Pensar rápido, pensar despacio que, en concreto, nuestro cerebro está compuesto por dos sistemas distintos: el Sistema 1 y el Sistema 2.
A la hora de entender cómo funciona nuestra mente y cómo llevamos a cabo la toma de decisiones, es fundamental tener en cuenta que ambos sistemas trabajan juntos y se complementan entre sí.
En las próximas líneas te contamos cuáles son las características y funciones de cada uno de ellos.
El sistema 1
Este sistema, también considerado como el cerebro “emocional” de los seres humanos, es rápido, intuitivo, automático y, en muchos casos, subconsciente. Es el encargado de procesar información de forma rápida y sin esfuerzo consciente. Nos permite hacer cosas como reconocer rostros, reaccionar ante peligros inminentes o tomar decisiones rápidas y eficientes en situaciones cotidianas que no tienen demasiada complejidad.
A la hora de accionar un comportamiento determinado, el Sistema 1 puede ser influido por estímulos o señales visuales y auditivas que se asocien con la tarea en cuestión. De esta forma, al ser capaces de generar una respuesta de manera automática, ayudan a aumentar la motivación para llevar a cabo la conducta deseada.
Sin embargo, no todo son ventajas. Este sistema, debido a que está orientado a reducir a toda costa el tiempo y el esfuerzo cognitivo invertidos, en ocasiones hace uso de reglas o heurísticas que funcionan como atajos mentales. Estos atajos, también conocidos como sesgos cognitivos, a menudo están influenciados por prejuicios y emociones, y pueden dar lugar a decisiones erróneas o inconsistentes.
El sistema 2
El Sistema 2, en contraposición al anterior, hace referencia a la parte “racional” de nuestro cerebro. Se caracteriza por un procesamiento de la información lento, analítico y deliberado. Se encarga de procesar información de forma consciente y, en consecuencia, su uso supone un gran esfuerzo mental. Es el sistema que utilizamos para acometer tareas que requieren concentración, así como para pensar de manera más consciente y reflexiva.
El Sistema 2 puede ser influido por mensajes persuasivos que apelen a la propia racionalidad, y tengan el potencial de convencer a sus receptores de los beneficios de llevar a cabo determinada acción. Además, presentados en un formato sencillo, concreto y fácil de entender, estos mensajes pueden llegar a ser aún más efectivos que si se dan en un formato abstracto o más complicado.
Al igual que el Sistema 1, este sistema también presenta inconvenientes. A pesar de su gran eficiencia y su menor margen de error, requiere de un mayor tiempo y esfuerzo, por lo que puede llegar a resultar agotador.
Teoría de los sistemas y Behavioral Design
A lo largo de la historia, la supervivencia del ser humano siempre ha estado estrechamente vinculada a las emociones. Gracias a ellas hemos logrado reaccionar de forma rápida e inconsciente a ciertos estímulos y situaciones en las que el tiempo de respuesta jugaba un papel crítico.
Son el principal motivo de que nuestra forma de procesar la información no siempre esté vinculada a las leyes de la lógica y, debido a ello, en ocasiones utilizamos atajos mentales que pueden dar lugar a la aparición de errores sistemáticos: los sesgos cognitivos.
Del conocimiento de ellos, así como de su importancia en las interacciones y experiencias de las personas, surge el Diseño Conductual o Behavioral Design: una disciplina se nutre de la ciencia del comportamiento, cuyo fin es entender a las personas usuarias, así como su entorno, y observar cómo interactúan con él cuando realizan determinadas actividades.
Dos caminos hacia la acción
Tanto a la hora de entender una determinada acción, como de fomentar un comportamiento concreto, es importante comprender cómo el Sistema 1 y el Sistema 2 interactúan entre sí, y cómo pueden llegar influir en nuestras decisiones.
Por un lado, el Sistema 1 genera impresiones y sentimientos de forma automática y sin esfuerzo, y es la principal fuente de nuestras creencias y elecciones conscientes. Sin embargo, aunque es capaz de producir patrones de pensamiento complejos, sólo el Sistema 2, que es más lento y deliberado, puede construir pensamientos ordenados.
Por otro lado es importante tener en cuenta que, en ciertas situaciones que requieren de gran autocontrol y esfuerzo mental, es el Sistema 2 el que toma el control de nuestras acciones, anulando los impulsos del Sistema 1. Aunque implica mayor esfuerzo y tiende a ser perezoso, su intervención resulta crucial para ejecutar con éxito este tipo de tareas.
En conclusión, aunque a menudo nuestras elecciones conscientes están guiadas por el Sistema 1, hay ciertas decisiones importantes que sólo el Sistema 2 puede realizar de forma verdaderamente efectiva.
¿Qué “cerebro” está al mando?
¿Crees que decidimos del mismo modo a la hora contratar una hipoteca, que de pedir comida a domicilio para cenar un sábado? ¿Y de elegir una universidad? ¿O comprar unos vaqueros rebajados?
Como diseñadores de productos y servicios, uno de nuestros principales retos es ser capaces de entender qué sistema está al mando en cada momento, durante el recorrido o la experiencia de nuestros usuarios.
Gracias a ello, podremos diseñar contextos y mensajes adecuados en cada una de las etapas de la interacción, y orientar nuestra estrategia a facilitar la decisión en lugar de entorpecerla.
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